Hace unos días publicaba en Instagram que el hecho de no celebrar el día del padre nos aleja un poco de nuestra cultura. Y es que, lo queramos o no, el simbolismo de las fiestas cristianas trascienden lo religioso. Independientemente de la fe, la religión, cada una de ellas, supone una forma de aplicar o racionalizar las grandes cuestiones del universo, entre las que están la vida y la muerte y todo lo que transita entre ellas.
Alguien me preguntó a qué me refería con esto de interpretar el día del padre desde un punto de vista filosófico y me puse a pensarlo. Hoy sería el Santo de mi padre, Juan José. Vivir con un padre enfermo más de la mitad de tu vida, hace que vayas perdiendo a tu padre en sus funciones poco a poco, hasta el punto de que a veces lo veas más como un hijo al que querer y cuidar a pesar de todo.
Pero si una ventaja ha tenido que su enfermedad fuera Parkinson y no otra peor, es que en muchas ocasiones aún podía hablarle de mis cosas o me seguía regañando cuando algo de lo que yo hacía no lo entendía o no le parecía bien. Casualidades (no creo), en el último año de su vida pasé mucho más tiempo con mi padre que en los últimos 20 años. Como aquí mismo dejé escrito, pasé (y aún sigo) por una etapa en la que volver a lo ancestral y conocer a mis ancestros y la historia profunda de mi familia, forman parte de un estudio de autoconocimiento, para mí, necesario, como lo es también conocer la historia de mi país y la historia del mundo.
Agradecida de haber comenzado este estudio cuando aún leía libros o leía artículos místicos sentada junto a mi padre, ahora me resulta mucho más fácil pensar en el simbolismo de San José como padre, muy parecido a lo que el mío me inculcó hasta donde su enfermedad le dejó.
A mi padre la vida le castigó con una enfermedad limitante física y a menudo también psíquicamente. Sin embargo, su actitud fue un ejemplo de dignidad y de fortaleza. Algo parecido a lo que nos transmite San José, quien asume las funciones de padre a pesar de saber que él no ha engendrado a ese hijo. Así, San José nos demuestra que no se trata de ver las circunstancias adversas como un castigo, sino como una oportunidad para ser mejores y sacar todo nuestro potencial.
Hay detrás de San José otro hecho que a mí no me pasa desapercibido. En la Biblia apenas se le menciona pero sabemos que era carpintero, artesano… hacía cosas, construía. Y esa es la principal función simbólica de un padre: construir. Criar, educar, formar personas buenas, justas, leales, que se integren en el mundo pero a la vez sin perder la esencia de uno mismo. Lo complicado de construir bien para que la cosa construida mantenga la forma con la flexibilidad necesaria para cada ocasión, siempre sin derrumbarse.
San José construía, se encargaba de crear. Y eso es lo que los padres hacen, o intentan, con los hijos. Y aquí, dejadme que haga un guiño al léxico. Creo que cuando hablamos de padres refiriéndonos a progenitores o tutores, no nos estamos equivocando. Porque las funciones convergen entre madres, padres, hembras, varones o el calificativo que les queramos poner: son padres porque son creadores de personas en lo biológico o en lo moral. Según la séptima acepción de la RAE, padre es cabeza de una descendencia, familia o pueblo. De verdad, no olvidemos los valores que nos transmite San José en esta pelea que algunos se traen con las palabras. El castellano es mucho más antiguo que todos los que estamos vivos y la lengua recoge la sabiduría ancestral que algunos se empeñan en olvidar.
Por último, San José me inspira protección. Alguien que no sea capaz de entender el simbolismo de los textos más allá de géneros e interpretaciones literales, pensará que lo siguiente suena un tanto machista:
«José tomó al niño y a la madre, se puso en camino y regresó con ellos a Israel»
Mateo 2:21
Sin embargo, para mí lo anterior significa algo que define a un padre más allá de los seres humanos o los animales. Es instinto proteger y cuidar lo que se crea por el esfuerzo que conlleva, pero, supongo, también porque lo que cada uno crea, tiene una pequeña parte de sí mismo y le pertenece un poco.