La física, un dios, los aliens o quienquiera que fuera, quiso que sólo las hembras tuvieran en su interior la magia necesaria para generar vida de su misma especie. Es curioso que históricamente, hablar del “sexo débil” hacía referencia a las mujeres cuando en realidad somos el sexo fuerte, precisamente por esa capacidad intrínseca y exclusiva de albergar vida humana en nuestro interior. Existen mujeres y hombres fuertes y débiles; las personas somos fuertes y débiles según nuestra condición. Pero es evidente que hay que ser muy fuerte para llevar dos vidas a cuestas y seguir pisando el suelo sin que el mundo se pare. Es nuestra propia naturaleza, es esa magia que llevamos dentro la que nos hace ser más firmes, más valientes, más completas…
La maternidad es una realidad biológica y no es transferible. No existe la opción de decidir qué miembro de la pareja se embaraza. Sólo las parejas homosexuales femeninas tienen la opción de tomar esta decisión. En un contexto heterosexual que es el más frecuente, las parejas deciden si tener o no hijos pero no quien ha de afrontar los cambios físicos y hormonales simultáneos y posteriores que supone un embarazo. Sí existe sin embargo, la posibilidad de decidir si la mujer se compromete o no a seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre la lactancia materna. La propuesta de Ley habla de las «actuales facilidades para conservar la leche» pero no sé si esta opción es factible para todas las tomas que necesita un recién nacido, así que de cara a facilitar la lactancia, estamos como antes.