Hoy es domingo 22 de marzo de 2020. Es tarde, casi media noche, pero me he pasado el día leyendo e intentando entender todo esto que está pasando. Como ayer te conté, en España, como en muchos otros países del mundo, se ha prohibido salir a la calle por una razón de salud pública. Sí, prohibir, obligar… qué verbos tan feos. Pero a veces son necesarios.
Me ha costado mucho aceptar esta situación. Para una persona como yo, cuya ideología no es otra que la de defender que cada cual haga de manera responsable lo que crea que tiene que hacer, es muy duro aceptar que vives en un Estado donde se ha limitado (por no decir suprimido) el derecho a circular libremente por donde consideres. Ya lo sabes, Mundo, que es la falta de libertad algo que va contra mis valores pero a veces, como cuando educas a un niño, es necesario usar uno de esos verbos feos: PROHIBIR.
Y es que nos estamos contagiando un virus muy malo, el de los pelillos feos, que mata a muchos y hace sufrir a muchos más y la única forma que dicen que tenemos de pararlo, es no relacionarnos. La solución tiene toda la lógica. De la misma forma que si quieres guardar un secreto, no se lo cuentes a nadie, si quieres frenar una pandemia, no te relaciones con nadie. Es fácil entender pero difícil aceptar.
Me sorprende mucho de qué manera el miedo nos hace normalizar situaciones que no son normales. Nos han privado de nuestra libertad más cercana, la libertad de movernos por donde queramos dentro de nuestro país. Sin embargo, todo el mundo calla. Salvo una vecina a la que el otro día le oí decir “esto es una dictadura” y honestamente, yo pensé lo mismo… Una dictadura del miedo y la incertidumbre. Me llama muchísimo la atención que en enero todos estábamos sorprendidos con los 11 millones de aislados en Wuhan y la forma tan agresiva que tuvieron de hacerlo. Mi mente lo justificó porque esos métodos son propios de una dictadura. Pero ahora que somos muchos más de 11 millones, permanecemos quietos, callados, justificando este nuevo orden social que en mi opinión, no ha sido impuesto por los Gobiernos nacionales, sino desde alguna institución oficial o extraoficial superior que quiere ver qué pasa ante esta novedosa situación…
En otra de las cartas te contaré, amigo Mundo, cual ha sido la secuencia de decisiones y comentarios políticos, de manera que te des cuenta, como muchos otros y yo misma, que alguna variable de la ecuación se nos está escapando. Tengo la sensación de que estamos confundiendo aceptación de la situación para una mínima estabilidad psicológica y social, con normalización de algo que no es normal. Y eso, amigo Mundo, eso me da muchísimo miedo. Un miedo diferente al del virus de los pelillos feos. No podemos olvidar que esta situación podría haberse evitado en caso de haber sido buenos gestores. La supresión de libertades ha sido un extremo al que nunca deberíamos haber llegado. Toda la población está confinada en su casa, recordemos: toda, con las consecuencias de todo tipo que eso conlleva.
Entiendo, querido Mundo, que no es fácil para un Gobierno tomar la decisión de suprimir libertades. Sin embargo, me llama poderosamente la atención que ningún Gobierno del occidente de Europa, haya sido capaz de hacer las cosas bien. Parece como si quisieran que acabáramos todos confinados en casa… Me asombra además que no se nos hayan explicado las alternativas que había a la supresión de libertad. Puede que esta sea la forma más efectiva de luchar contra la expansión de un virus, sobre todo teniendo en cuenta que cuando hemos reaccionado, el virus ya estaba en nuestros cuerpos. Pero creo, o así lo haría si de mí dependiera, que la supresión de un derecho fundamental en un estado democrático, debería ir acompañado de más explicaciones, como otras posibles alternativas y las razones por las que estas alternativas no no se han podido llevar a cabo.
Echo de menos calidad en los discursos, explicaciones, lógica, argumentos, coherencia. Echo en falta sentirme que estoy en buenas manos y que de verdad todo va a salir bien sanitaria, social y económicamente. Te aseguro, querido Mundo, que este asunto me ha estado machacando mentalmente toda la semana porque creo que la supresión de libertad impuesta por la ley democráticamente, tiene que ser más responsable y transparente.
En ‘El Contrato Social’, Rousseau decía:
Si no considero más que la fuerza y el efecto que produce, diré: mientras que un pueblo se ve forzado a obedecer, hace bien, si obedece; tan pronto como puede sacudir el yugo, si lo sacude, obra mucho mejor; pues recobrando su libertad por el mismo derecho con que se la han quitado, o tiene motivos para recuperarla, o no tenían ninguno para privarle de ella los que tal hicieron. Pero el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás.
Jean-Jacques Rousseau
El orden social está por encima de cualquier libertad individual en momentos de riesgo como el que estamos viviendo. Este texto junto con los muertos por el virus que desgraciadamente afectan a algunas personas conocidas, me han hecho darme cuenta de que la libertad y la lógica a veces hay que dejarlas de lado. Y después del virus que las piezas del puzzle se coloquen solas o empujaremos para que se coloquen.
Seguiré escribiéndote…
La verdad es que a mí también me asombra como, en líneas generales, en un país como el nuestro, con nuestra cultura y necesidad constante de calle, se haya respetado y asumido tan rápidamente la libertad de movimiento. Y si, la supresión de este derecho básico igual merecería más explicaciones, pero también creo que cuanta más información (mucha de ella seguro que no se conoce o no pueda ser pública), cuando es dirigida a todo un país al final puede conseguir que no cale el mensaje principal. Que es quedarse en casa y evitar propagación del virus. Tras todo esto espero haya muchas comparecencias, ruedas de prensa, análisis, comisiones de evaluación…. Esperando tu siguiente carta hacia este nuestro «querido y maltratado mundo»
https://youtu.be/NfQjSopKKgs